Mateo 13:18-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Escuchen ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.

Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.

Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas, la sofocan y queda sin fruto.

En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta”.

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Hoy es Día de los Abuelos en la Iglesia. Recordamos a Joaquín y Ana, los padres de María y abuelos de Jesús. Sus nombres no aparecen en la Biblia, pero los nombres se encuentran en el documento Protoevangelium de Santiago (Evangelio de Santiago) en el primer siglo.

Los padres de María deben haber sido personas extraordinarias que la criaron en la fe y la prepararon para decir “SI” a Dios cuando Él la llamó. María era una niña de entre 14 y 16 años cuando el ángel Gabriel se le apareció para decirle que iba a concebir por el Espíritu Santo y dar a luz un hijo. ¿Qué dirían hoy la mayoría de los adolescentes?  “¿Qué me estás pidiendo que haga? Tengo planes y no incluyen dar a luz al hijo de Dios”.

Sin embargo, María le dio su FIAT: “Hágase en mí según Tu Palabra”. Sí, sus padres deben haber compartido con ella las historias de Abraham, Isaac y Jacob. Ella debe haber sabido acerca de Moisés, Elías, Eliseo, Sara, Samuel, Rut y Job. Le enseñaron los caminos de la fe.

Hoy honramos a San Joaquín y Santa Ana, nuestros abuelos en la fe, y también debemos honrar a nuestros abuelos de sangre ya todos aquellos que nos entregaron la fe. También reflexionamos sobre la importancia de pasar la fe a la siguiente generación. ¿La enseñanza de la fe es tan importante para nosotros como la enseñanza de matemáticas, ciencias e inglés? Este debe ser nuestro objetivo principal como cristianos. Jesús nos dijo que hiciéramos discípulos de todas las naciones, así que comenzamos con los más cercanos a nosotros. No necesitan saber álgebra en el cielo, pero estar preparado con fe tiene un significado eterno. Aquí dejo dos links de dos videos sobre san Joaquín y Santa Ana. https://youtu.be/AHMf3gUmAt0?si=8P-c-Fw9dp-Bpd2C

Cuando mi papá era niño, cada año él plantaba con mi abuelo y mis tíos un gran huerto. Ellos cultivaban papas, tomates, frijol, chicharos y maíz. Hace algunos años, mi papá me ayudo a plantar un pequeño jardín en mi patio trasero en la parroquia María, Madre de Dios. Me encantan las verduras frescas directamente del jardín y me encanta ver las cosas crecer. Era un jardín pequeño y sencillo, y yo pensé que sería fácil de mantener. Sin embargo, tomó cuidado diario – agua, deshierbar, y podar.

Con mi agenda llena encontré que cuidar del jardín era mucho más difícil de lo que originalmente había pensado. Hice el riego ya que sólo tomaba unos minutos cada día. Sin embargo, no invertí el tiempo para arrancar las hierbas malas, y ¡fue increíble que tan rápido brotaban esas malas hierbas! Cuando yo era un poco descuidado con el jardín, las hierbas malas florecieron y ahogaban el crecimiento de los vegetales. Mi jardín no produjo abundante fruta como los jardines de mi papá y mi abuelo.

Lo mismo es cierto en nuestra vida espiritual. Si no estamos atentos con nuestra oración personal, fieles a la lectura de las Escrituras, regulares con nuestra confesión de pecados y fieles a asistir a Misa, las malas hierbas del orgullo, la pereza y el pecado pueden crecer rápidamente y ahogar nuestra vida espiritual. Sin siquiera darnos cuenta, podemos desvanecernos del Señor, y no producimos fruta buena. A veces parece difícil recuperarnos de lo lejos que nos hemos extraviado. Afortunadamente, tenemos el Sacramento de la Reconciliación para unirnos una vez más al Señor.

¿Es fértil la tierra de mi corazón para recibir la Palabra de Dios a través de la oración, las Escrituras y los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación?

¿Invierto en mi vida espiritual de la misma manera que invierto en mis redes sociales, teléfonos celulares, música y programas de televisión?

¿Me he vuelto flojo en alguna de mis prácticas espirituales?

Señor, quiero dar frutos que “rindan ciento, sesenta o treinta veces”. Hay tantas distracciones en la vida que intentan evitar que yo dé fruto para ti. Hay tantos obstáculos que ofrece este mundo para evitar que crezca en mi relación contigo. Solo te quiero a ti. Mi deseo más profundo es ser tierra fértil, crecer en santidad y compartir su amor y misericordia con todos. Quiero producir buenos frutos que te den honor y gloria. Protégeme de las malas hierbas que el maligno quiere plantar en mi corazón. Mantenme vigilante. No me dejes ser flojo con mi vida espiritual. Dame el deseo solo de ti. Quiero vivir una santidad radical en un mundo que se está desvaneciendo de ti.

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

En Cristo y Santa María de Guadalupe

Padre Enrique GARCIA ELIZALDE

July 26, 2024 – Memorial of Saints Joachim and Anne, parents of the Virgin Mary

Matthew 13:18-23

Jesus said to his disciples:
“Hear the parable of the sower.
The seed sown on the path is the one who hears the word of the Kingdom
without understanding it,
and the Evil One comes and steals away
what was sown in his heart.
The seed sown on rocky ground
is the one who hears the word and receives it at once with joy.
But he has no root and lasts only for a time.
When some tribulation or persecution comes because of the word,
he immediately falls away.
The seed sown among thorns is the one who hears the word,
but then worldly anxiety and the lure of riches choke the word
and it bears no fruit.
But the seed sown on rich soil
is the one who hears the word and understands it,
who indeed bears fruit and yields a hundred or sixty or thirtyfold.”

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Today is Grandparents Day in the Church.  We remember Saints Joachim and Anne, the parents of Mary, grandparents of Jesus.  Their names are not listed in the Bible, but are found in the 1st century document Protoevangelium of James (Gospel of James). 

The parents of Mary must have been extraordinary people who raised her in the faith and prepared her to say YES to God whenever He called.  Mary was a young girl between 14 and 16 years old when the angel Gabriel appeared to her to tell her she would conceive by the Holy Spirit and bear a son.  What would most teenagers say today?  “What are you asking me to do?! I have plans and they don’t include giving birth to God’s son.”

Yet Mary gave her FIAT: “Be it done to me according to Your Word.”  Yes, her parents must have shared with her the stories of Abraham, Isaac and Jacob.  She must have known about Moses, Elijah, Elisha, Sarah, Samuel, Ruth and Job.  They taught her the ways of faith.

Today we honor St. Joachim and St. Anne, our grandparents in faith, and we should also honor our blood grandparents and all those who handed the faith on to us.  We also reflect on the importance of passing the faith on to the next generation.  Is teaching the faith as important to us as teaching math, science and English?  This should be our primary goal as Christians. Jesus told us to make disciples of all nations, so we begin with those closest to us.  They don’t need to know algebra in heaven, but being prepared in faith does has eternal significance.

When my father was a child, each year my dad, my grandfather, and my uncles planted together a large vegetable garden. They planted tomatoes, potatoes, beans, peas, cucumbers, lettuce, onion, corn, and more. Several years ago, my dad helped me plant a small garden in my backyard at Mary, Mother of God Parish. I love fresh vegetables right out of the garden, and I love to watch things grow.  It was a small and simple garden, and I thought it would be easy to maintain.  However, it took daily care – watering, weeding, and pruning.

With my busy schedule I found that caring for the garden was much more difficult than I originally thought it would be.  I did the watering since it only took a few minutes each day.  However, I did not invest the time to pull the weeds, and it was amazing how quickly those weeds sprouted!  When I was a little careless with the garden, the weeds flourished and choked the growth of the vegetables. My garden did not produce abundant fruit like the gardens of my dad and grandpa.

The same is true in our spiritual life.  If we are not vigilant with our personal prayer, faithful to the reading of Scripture, regular with our confession of sins, and faithful to attending Mass, weeds of pride, laziness and sinfulness can quickly grow and choke our spiritual life. Without even realizing it, we can fade away from the Lord, and we stop producing good fruit.  Sometimes it seems hard to recover from how far we have strayed.  Fortunately, we have the Sacrament of Reconciliation to unite us once again with the Lord.

Is the soil of my heart fertile to receive the Word of God through prayer, Scripture and the Sacraments of Eucharist and Reconciliation?

Do I invest in my spiritual life in the same way I invest in my social media, cell phone, music, and TV programs?

Have I gotten lazy in any of my spiritual practices?

Lord, I want to bear fruit that “yields a hundred or sixty or thirtyfold.” There are so many distractions in life that try to prevent me from bearing fruit for You.  There are so many obstacles offered by this world to keep me from growing in my relationship with You.  I want only You.  My deepest desire is to be fertile ground, to grow in holiness, and to share your love and mercy with everyone. I want to produce good fruit that will give You honor and glory. Protect me from the weeds that the evil one wants to plant in my heart.  Keep me vigilant. Do not let me get lazy with my spiritual life. Give me the desire for You alone. I want to live radical holiness in a world that is fading away from You.

Read the Bible, trust in God’s mercy and your life will be transformed!        

In Christ and in Our Lady of Guadalupe

Father Enrique García Elizalde