19 de junio de 2023 – Lunes de la 11ª Semana del Tiempo Ordinario

San Mateo 5:38-42


Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra.
Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él.
Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.

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En la primera lectura: (2 Corintios 6,1-10), San Pablo nos exhorta a que no recibamos en vano la gracia de Dios porque Dios mismo ha puesto un tiempo favorable de salvación para cada uno de nosotros. No es fácil seguir al Señor y estar en sus caminos (en el ministerio). A veces tienes que “aguantar mucho, sufriendo, pasando estrecheces y angustias; soportando golpes, prisiones, tumultos, duros trabajos, noches sin dormir y días sin comer”. ¿Alguna vez has sentido que ya no puedes? ¿Has sentido que entre más te acercas a Dios más difícil es tu vida?

Todo eso sucede porque el enemigo no quiere que tú des frutos en el Señor, que crezcas en el conocimiento de las cosas de Dios. Necesitamos tener paciencia, bondad, y estar penetrados del Espíritu Santo, con un amor sincero,  apoyados en la Palabra de Dios. Porque abra quien nos ensalce y quien nos persiga, unos nos calumnian y otros nos alaban. En realidad no nos conocen bien, solamente Dios sabe por lo que pasan los amigos inquebrantables de Dios, llamados Teófilos (amantes o amigos de Dios). “Nos tienen por tristes, pero estamos siempre alegres; nos consideran pobres, pero enriquecemos a muchos; piensan que no tenemos nada, pero lo poseemos todo”.

El Teófilo o la Teófila  (Amigo/a de Dios) tienen que ser inquebrantables en su fe por sus obras. En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús cita la “La ley del talión” para ejemplificar como se hacía justicia en el Antiguo Testamento. La ley del talión o la antigua ‘venganza’ era -por así decirlo- tolerada por YHWV en espera de la superación mesiánica. Jesucristo no abolió ni una coma de la Ley y los profetas (Mt 5,17); por consiguiente, tampoco la “ley del talión”. En torno a ella no disertó ni a favor ni en contra; se limitó simple y drásticamente a inutilizarla superando todas las soluciones “vindicativas” y llevando a cumplimiento las finalidades de aquella antigua y provisional Palabra de YHWH, proponiendo la evolución de un camino radical y óptimo a lo largo del recorrido personalizado de las bienaventuranzas evangélicas, Palabra de Dios en los labios de Jesús. Compasión y misericordia, generosidad, magnanimidad de ánimo, renuncia a las reivindicaciones, serenidad a la hora de saber perder…son la respuesta de los discípulos de Jesús a las incómodas contingencias individuales, y son también soluciones para cualquier conflicto.


Jesús nos ha dicho: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”. Estas palabras suyas no deberían ser sólo una luz para nosotros, sino una verdadera llama que consuma el egoísmo que nos impide crecer en santidad. Jesús nos amó hasta el hasta el extremo del amor, hasta la cruz. Este amor debe proceder del interior, de nuestra unión con Cristo. Debe ser la sobreabundancia de nuestro amor por Dios. Amar debe ser para nosotros algo tan natural como vivir y respirar, día tras día, hasta la muerte. Dijo Teresa del Niño Jesús: “Cuando actúo y pienso con caridad, siento que es Jesús quien actúa en mí”. Nuestras obras de caridad no son otra cosa que el derramamiento al exterior del amor de Dios que hay dentro de nosotros. Por eso, quien más unido está a Dios, más ama a Su prójimo (Madre Teresa de Calcuta).

¿De qué manera voy a poner en práctica el amor de Dios a los demás?

¿Cómo voy a experimentar el asombroso amor que Dios tiene por mí?

¡Que tengas un bendecido día!

Tu Amigo y servidor,

 Teofilo Inquebrantable.


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